"Les tweets d'un professeur vieux jeu". Enrique Blanco

“Perdóname, querida: no he tenido tiempo de hacerlo más corto”. Alguna vez leí esa frase, que por lo visto corresponde a la dedicatoria que un poeta le hizo a su amada al dedicarle una sextina.

Hace unas pocas semanas, Marie-Anne Favreau, antigua alumna mía, me hizo ver que no tenía en mi catálogo nada con un papel predominante del violín, por más que me guste a rabiar el instrumento, y por más que últimamente eche de menos la posibilidad de contar con cuerpo nutrido de cuerda en mis obras. Era cosa de remediar esa carencia.

La idea se me mezcló con la de que tampoco nunca me había dado por escribir miniaturas. Naturalmente, la decisión de mezclar ambas ideas era demasiado irresistible como para sustraerse a ella.

Para estas piezas me he propuesto una duración, para cada una, de alrededor del minuto. No por ello ha de creerse que son de gran facilidad interpretativa: por el contrario hay momentos de gran exigencia.

Debo el título a una amable sugerencia de Alfonso Sebastián Alegre, al que va siendo tiempo de proporcionar una comisión por la cantidad de títulos que me va aportando: poco se ha dado cuenta, el pobre, de que ahora le toca enseñarme a pronunciarlo.

Mi gratitud también a Lola Pérez Santos, José Mansergas, y Carlos Javier Celma Orte, por su apoyo en las redes sociales. Lola ya aparece en estas páginas: José y Carlos tienen prometido un tweet cada uno cuando se me ocurra otra serie.

En interpretación, sugiero una gran fantasía. Al ser tweets, me parece oportuno que, si los intérpretes así lo estiman adecuado, los ordenen de la forma que prefieran. También me parece viable intercalar los tweets entre otras obras, en concierto .

Termino esta presentación general con unas observaciones:

  1. Escribir estos tweets no me ha resultado más sencillo que escribir piezas largas. Por el contrario, dar un sentido de forma y unidad en algo tan comprimido ha tenido sus momentos difíciles.
  2. Me he permitido repeticiones literales con una cierta frecuencia: me parecían necesarias para dar unidad a las obras sin alargarlas en exceso.
  3. Hubiera resultado sencillo y agradable imitar al gran tweeteador de la historia de la música: Webern. Tan sencillo y agradable que lo he evitado al completo: en analogía, intento más escribir microrelatos que microambientes.
  4. De ninguna manera se debe entender, ni siquiera en el caso del tweet IV que hay intenciones programáticas: más bien se trata de sugerencias

Tweet I: la dulce Francia

 

 

He tomado, jugando, una técnica de cada uno de mis cuatro compositores franceses favoritos y he procurado combinarlas.

Tweet II: Réquiem de la cabra.

 

Hasta las pobrecitas cabras de feria merecen un lamento por su muerte. Una serie de transposiciones humorísticas de sus balidos dan paso a la marcha fúnebre con que la acompañamos al último adiós.

Es necesario añadir que lo de comprarnos una cabra y dar espectáculos de teatro urbano es una broma que nos traemos desde hace tiempo Lola Pérez Santos y yo, dada la crisis que nos atenaza. Lola también insiste en que le escriba un réquiem formal, por más que le insista en que me resulta tenebrosa la idea de escribir un réquiem a un vivo.

Tweet III: la Marianne

 

«La Marianne» es una figura arquetípica que representa los mejores valores del espíritu francés, como libertad, igualdad, fraternidad… Tradicionalmente es una bellísima joven, la que en ese momento capture la imaginación del pueblo.

No creo que exista el alumno ideal, sino que hay muchos tipos. Marie-Anne Favreau ha sido una de ellas, una que, quizá, acepte llevar sobre sus hombros el manto de representar a mis alumnos más estimados: los que me han dejado que les enseñe algo.

Por lo demás observo que estoy francamente afrancesado en este obra. Como armonista admiro profundamente el sutil gusto francés por la armonía suntuosa… … y me siento sumamente severo con lo que llega a ser una pedantería tiznada de soberbia de los más de sus teóricos.

 

Tweet IV: Cabirús, el sátiro

 

Girando frenético, Cabirús baja de los montes, bailando su alocada danza. Al llegar al llano contempla, ávido y anheloso, a la dríade, su semblante perfecto iluminado por las lunas. Nunca ha llegado a revelarme qué pasó entre ellos: Cabirús, un perfecto gentleman a la inglesa, prefiere mantener su reserva. Entre vueltas y saltos se va, dejándome en la duda, y con el deseo de hallar yo mismo dríades o ninfas.

Tweet V: Vals de la luna de Tesalia

Se creyó en tiempos que las brujas de Tesalia podían controlar la luna, incluso obligarla a bajar del cielo para freiría en una sartén. También, como en muchas tradiciones que creen en seres mágicos, que bailar con una de ellas le sumía a uno en un hechizo que le obligaba a bailar eternamente.

Por alguna razón, relacionada quizá con que los primeros valses que escuché con atención fueron los de Listz, o acaso con que en su origen el vals es una música específicamente diseñada para lograr que la bailarina se maree y se deba apoyar un poco en el hombre, el vals siempre me ha resultado un baile ligeramente perverso. Mucho le redime el vals que hizo que Toru Takemitsu (a quién hago algún guiño en esta obra) decidiera convertirse en compositor.

Tweet VI: “A tale of graceful ends”

 

En mente mientras componía tuve las acertadas palabras de Neil Gaiman sobre «La Tempestad», de William Shakespeare. y, por alguna extraña razón, al gato de Cheshire.

 

Os adjunto la partitura general y las particellas de violín.