Cómo se hace un bajotiple

El bajotiple es un tipo de ejercicio de armonía que, aunque teóricamente podría tener alguna utilidad, en la práctica se convierte en una colección de trampas para cazar alumnos. Es posible, y así se ha practicado hasta el momento en muchos sitios, llegar a ser un experto en la superación de todas esas dificultades y seguir sin saber cómo colocar una dominante. En ese sentido, un tipo de ejercicio casi incestuoso: aprendes a hacer bajotiples para saber hacer bajotiples.

Muy para mi sorpresa, se sigue utilizando como ejercicio selectivo, por ejemplo para pruebas de acceso. Algunas veces los alumnos me piden ayuda sobre cómo se hace, así que, escribo ésto. Pero quiero dejar constancia de que, en la forma en que se practica habitualmente me parece un tipo de trabajo armónico profundamente antipedagógico, muy susceptible de causar vicios al alumno de muy difícil superación. Por este motivo hace muchísimos años que no lo empleo con mis alumnos.:

En qué consiste

Normalmente se da, en una pauta un fragmento de tiple y otro de bajo. Muchas veces el tiple se da incluso en clave de do en primera, señal de que se desea que el ejercicio se realice en claves antiguas. El objetivo es colocar bajo y tiple en su sitio y realizarlo, correctamente, a cuatro voces. Se suele decir que se haga con armonía postwagneriana, que, en realidad, hay que traducir por emplear armónía hipercromática venga o no a cuento.

Proceso

Suele ser habitual que parte del bajo coincida con parte del tiple. El primer paso consiste en encontrar la zona en que pueden solaparse. Lógicamente, cuanto mayor hagamos la zona de coincidencia, más organizado quedará el ejercicio. Una vez localizada, escribimos el tiple sobre el bajo en las partes oportunas y procedemos a la realización.

Trampas habituales: Apoyaturas, retardos y acordes alterados pueden hacer menos fácil detectar la zona de coincidencia, sobre si se emplea un ritmo sincopado. Y sobre todo si se añaden interpolaciones resolutorias.

Una trampa muy sutil puede ser la de hacer que el tiple y el bajo coincidan, pero no en la misma tonalidad. Si no se detecta facilmente la zona de solapamiento, buscar dónde podrían coincidir en tonalidades diferentes puede ser una buena posibilidad.

La trampa más sutil de todas es la de hacer que no exista zona de coincidencia, de esta forma el alumno pierde el tiempo buscándola. No es habitual.

Sobre este respecto hay dos escuelas bajotipleras: la que exige que la zona de solapamiento se armonice igual las dos veces y la que obliga a que la segunda se “ornamente”.

Durante largo tiempo era casi obligado que el bajotiple contuviese al menos una serie de séptimas. De hecho, el estudio de las series de séptimas se convertía en parte integrante de la enseñanza de armonía, con una carga lectiva injustificada por la música real.

Tendríamos:

  1. Serie de séptimas diatónicas: es trampa habitual que sea modulante.
  2. Serie de séptimas de dominante: lo más común. Téngase en cuenta que, en la realización más simple, dos de las voces descenderan siempre cromáticamente y las otras dos por tonos enteros. La detección de un fragmento melódico de tales características es síntoma de una posible serie. Trampas habituales son el cambio de posición, la ornamentación y el uso de acordes alterados. También es posible la modulación enarmónica.
  3. Serie de séptimas/novenas diatónicas. Recomiendo realizarla a cinco voces, con un divisi.
  4. Serie de séptimas/novenas mayores de dominante. Recomiendo realizarla a cinco voces, con un divisi.
  5. Serie de séptimas/novenas menores de dominante. Recomiendo realizarla a cinco voces, con un divisi.
  6. Serie de novenas mayores de dominante.Es necesario realizarla a cinco voces, con un divisi.
  7. Serie de novenas menores de dominante. Es necesario realizarla a cinco voces, con un divisi.
  8. Serie de séptimas disminuidas: la única que puede ser ascendente.

Para los que opinamos que la armonía es y debe ser siempre música, quizá la peor trampa sea la modulación insensata, sin orden, dirección, sentido ni ganas de marcar la nueva tonalidad. El único consejo que puedo dar al respecto es que se tome el bajotiple como ejercicio de habilidad, nunca como música.

Son también frecuentes

  1. Sextas aumentadas enarmonizadas con acordes de séptima de dominante y viceversa.
  2. Acordes alterados que se transforman en dominantes inesperadas.
  3. Una nota pedal, en que se espera que el alumno saque una quinta voz haciendo un divisi, típicamente en el bajo. Una trampa maligna es que sobre esta pedal se pueda efectuar el solapamiento de bajo y tiple, intentando que lo que era bajo ahora funcione como barítono.

No te peleas con ninguna madre diciendo que sus hijos son guapos. Por lo mismo, es interesante tomar material motívico de lo que nos dan y emplearlo para nuestra realización. También recomiendo no ser parco en nuestra escritura. Floreos, notas de paso: que nuestras voces no sean demasiado más sencillas de las que nos aportan.

Me despido confiando en que jamás necesitéis estos consejos. El bajotiple es algo inmundo.

Un recuerdo de juventud

Los que no sois guitarristas, y, posiblemente, muchos de los guitarristas más jóvenes, no tenéis idea de lo que es (era) una guitarrería. Nos reuníamos intérpretes de todo tipo, clásicos, flamencos, tunos, instrumentistas buenos, instrumentistas malos… Todos probando guitarras que nos íbamos o no a comprar, llevando alumnos para que probaran buenos instrumentos… Una auténtica tertulia en que nadie era más, ni menos, que ningún otro. Ahora que muchos de los guitarreros se hacen llamar luthiers, se ha perdido bastante de ese ambiente y esa hermandad.
El caso es que tu guitarrero solía también ser tu amigo, y que más de un concierto y más de un bolo han tenido su origen en sus negocios.
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Sobre el vicio de hacer nanas

¿Tendré acaso vicio de hacer nanas? Ésta va dedicada a Pedro San Martín, que será próximamente bipadre. La he hecho extremadamente raveliana porque, por alguna razón (¿meticulosidad? ¿perfeccionismo?), Pedro siempre me hace pensar en Ravel.

Por otro lado, me doy cuenta de que ya llevo unas cuantas nanas hechas. Son un regalo que sólo un músico puede hacer, y que, personalmente, me parece hermoso. Estoy cada vez más abominando de esa sensación autoinflingida por muchos compositores de que todo debe ser trascendental: debe haber un lugar para las obras pequeñas, siquiera para que las trascendentales resulten mejores. Siquiera porque así ha sido siempre, y en las épocas en que no, el lenguaje se ha estancado.
Quizá por ello muchas veces los compositores tengamos fama de inaccesibles. Creo que es tan necesario estar allí para ayudar a los amigos a hacer un arreglo de un tema popular como componer la música más abstracta. Y no perder ningún matiz intermedio. Berio es, como de costumbre, un magnífico ejemplo.
Volviendo a Pedro, y para interesados: hay un par de bromas ocultas en la pieza, como que está escondido su deporte favorito (Triatlón) en la estructura compositiva, y alguna más.