Ispahan, Bagdad y las higueras

En el libro de las Mil y una noches nos cuentan la historia de Mohamed el magrebí. Este buen hombre soñó que encontraría la fortuna en Ispahan. Emprendió pues el viaje, con la mala fortuna de caer en manos de la policía bajo falsas acusaciones. Aclarado el equívoco, el jefe de policía le preguntó qué le había llevado a Ispahan. Tras enterarse, el jefe de policía le increpó: «Hombre insensato. Yo mismo sueño a menudo con un tesoro enterrado bajo una higuera en un jardín en tu Bagdad natal. Pero no por ello dejo que un sueño me incite al viaje». Mohamed el magrebí reconoció en esta higuera la de su propio jardín. Volvió pues a su hogar, cavó bajo el árbol y encontró su fortuna.

Hace veintiun años nos conocimos M y yo. Fuimos novios y, por varios motivos, no prosperamos hasta que, mucho más tarde nos volvimos a encontrar. El próximo día nueve nos casaremos. Algunas veces, pensamos que podíamos llevar adelantado todo ese tiempo. Yo prefiero pensar que nos hizo falta viajar a Ispahan para llegar a conocer nuestra propia higuera.

Mi madre ha fallecido hace escasas semanas. Cinco días después, murió la abuela de M.

Han sido días de tristeza, de llanto, de malestar. Pensamos en retrasar la boda, por respeto y por ánimo. Finalmente, hemos comprendido que las dos buenas señoras hubieran sido las primeras en querer que la vida continuara su curso. Un recuerdo para ambas.

Y, por lo demás, os deseo a todos que encontréis vuestra Ispahan, vuestra Bagdad y vuestra higuera.