Viva er Betis manque pierda, o, el alzamiento de los profetas de vía estrecha

oveja_400x400

Seguidor de cualquier profeta de vía estrecha, a los que aludo en el artículo

Llevo un tiempo realmente molesto por algo que cada vez veo más extendido. Hoy he tenido un detonante que me hace escribir este artículo.

Vayamos por partes.

Es imposible desconocer más que yo sobre el fútbol sin tener un severo trauma cerebral. Con todo, siempre me gustó el lema del Betis: “viva el Betis manque pierda”. Yo lo interpreto como como que los seguidores de este equipo se sienten profundamente unidos a él, pero que saben que puede perder, y no les importa.

Por el contrario cuando escucho conversaciones sobre fútbol —no puedo evitarlo mientras viva en este país— de los seguidores de otros equipos, rara es la vez que no acusan de sus fracasos al árbitro, a la falta de dinero para contratar grandes jugadores, al estado del campo…

Esa actitud de no reconocer que a veces el equipo contrario juega mejor me parece antideportiva, pero a lo mejor eso es cosa mía. Lo que me preocupa profundamente es que la veo cada vez más presente en ámbitos intelectuales.

El alzamiento de los profetas de vía estrecha

Cada vez hay más “youtubers”, y hasta “influencers” que, expresandose por el medio que sea se convierten de alguna forma en líderes de opinión. Como me gusta más el castellano, los voy a llamar “profetas de vía estrecha”. Gentes que muestran alguna opinión de manera sincera (en cuyo caso no merecen ser llamados “de vía estrecha” ni “profetas”) o, más frecuentemente, para agradar a sus fieles y mantener su esclarecido liderazgo.

No son ellos los que me preocupan: son sus seguidores. Observo cada vez más que si emites un juicio negativo, o, simplemente, matizas, una de las opiniones del profeta de turno, una patulea de sus seguidores inmediatamente va a proceder a despellejarte vivo, amenazarte de muerte o de paliza, a pensar que eres la peor persona del mundo, a decir que no mereces tu puesto de trabajo…

Siempre se ha dicho que si las ovejas se unieran, el lobo tendría que temer. Sin embargo, si las ovejas se unieran, y además fueran inteligentes, a lo mejor iban contra el pastor, claro. Y no se dejaban ni esquilar ni matar.

Los seguidores ovejísticos de los profetas de vía estrecha son incapaces de admitir que una de las opiniones del maestro pueda admitir cualquier tipo de matiz. Y, obviamente, si uno se propone defender el matiz en cuestión la agresión, como mínimo verbal, está garantizada.

La actitud de “viva el Betis manque pierda” me parece mucho más razonable: valorar lo que diga la persona cuyas ideas te influyen, pero admitiendo siempre que todo el mundo se equivoca, y que quizár las opiniones se pueden perfeccionar. Incluso, mejor aún, abandonar el ovejismo y tener ideas y planteamientos propios. Que pueden, o no, coincidir en gran medida con los de otras personas, claro.

Ayer participé un poco en un blog sobre educación: no voy a citarlo porque la verdad es que lo que voy a contar nos resultó hiriente a muchos y no quiero echar más leña al fuego.

Básicamente el autor del blog, se quejaba, con razón, de que le habían puesto de vuelta y media por decir que veía dificilísimo explicar en institutos la forma sonata por eso que llaman “learning by doing”. Que se manifestaría en este caso porque los alumnos tocaran y hasta compusieran una sonata. Gran idea, claro, si los alumnos supieran tocar un instrumento o componer.

Los comentarios en el blog al que me refiero suelen ser, como digo arriba, encendidos, cuando no directamente punzantes y escarabajeantes.

Total, que leo el artículo que acabo de describir y veo que hay una persona hablando con aparente sensatez defendiendo con argumentos que puede llegarse a la confección de una sonata por parte de alumnos de instituto.

Comienzo por decir que sí lo creo posible, aunque puede que llevara tanto tiempo que no sería práctico, siquiera por la falta de concentración que implicaría tanta extensión en el tiempo. Desde luego, aunque pudiera ser una experiencia inolvidable para los alumnos —que deberían ya saber tocar algún instrumento, y saber hacer algunas escalas, siempre siguiendo los argumentos de este señor—, no sería aplicable a todo. Para explicar las llamadas “cuatro grandes formas” (variaciones, suite, sonata y fuga) de esta manera con alumnos que no sepan música, yo no pediría menos de dos años, y no prometería resultados.

Tal vez debí expresarme con esta claridad, pero a decir verdad me conmovió verle dispuesto al diálogo y comencé a alabarle las buenas ideas y su posesión de información, que eran ciertas.

Hoy me encuentro un mensaje suyo aquí en que me dice que se siente perseguido en el otro blog (entiendo que porque no le dan la razón), y que en el fondo yo soy más partidario de sus tesis que de las del autor del otro blog. Como si no pudiera tener yo opiniones propias que no necesitan coincidir con las de uno u otro.

Luego me dice que se identifica con seudónimo porque es persona conocida. Pues, o no cree mucho en sus argumentos, o no quiere aportar el peso de su fama a ellos. Más bien raro, ¿no? O es un profeta de vía estrecha (si no a lo mejor me daba permiso para tener mis propias ideas), o un ovejizante como el de la foto.

En fin, ese ha sido el caso que me ha molestado hoy. Pero no pasa semana sin que vea desmanes con opiniones de todo tipo con este grado de cólera e intolerancia.

 

Postdata: quién en un día como hoy quiera dar interpretación política al artículo, sepa que puede.