Brahms con mechero

Muy a menudo la gente tiene una imagen distorsionada de cómo somos los músicos clásicos. Gente estirada, sibarita, incapaz de reaccionar humanamente como hacen otras personas frente a otras músicas.
Muy otra es la realidad.
El otro día, escuchaba Brahms con M, a la que por cierto, la sugerencia de Palimp de que era abreviatura de Mipichurri hizo gracia. Con todo, el apelativo era demasiado largo. Abreviarlo a «Mipi» parecía nombre de gato, y «Mipichu» parecía nombre de Pokemon. Hubo pues, Palimp, que desestimar tu propuesta.
El caso es que hacía dieciocho años que M y yo no escuchábamos música juntos. Y, en todo caso, nunca habíamos oído a la vez las Variaciones sobre un tema de Haendel, para piano. No estábamos en plan «escucha profunda». Comentábamos: «¡que maravilla de variación!», «¡pues anda que ésta!»…
Al final, según iba llegando alguna de nuestras favoritas, alzábamos y agitábamos el mechero encendido, como otra gente en otras circunstancias. Por cierto que la coincidencia en gustos fue casi total. Pocas veces he escuchado música con tal ternura.
Ésta es una de las «bellezas inmerecidas» a las que, en su momento, me referí. Creo una sección para vivencias de este tipo: hermosuras que uno no espera ni trabaja por ellas.
Como compensación por ser tan amables de leerme, aquí os dejo la posibilidad de escuchar esta obra. Hacerlo con mechero y compañía es opción vuestra, aunque, ciertamente, lo recomiendo.
Eso sí, mejor si conseguís una versión diferente, con piano de verdad y un buen intérprete. Quién —no sé quién es— secuenció estas variaciones hizo un trabajo digno, pero mejorable. Mucho.
Que la belleza os asalte, aunque sea a traición.

Preparando el curso de Valencia (1)

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Hace algunos años, después de la celebración de uno de mis cursos, uno de los asistentes se me acercó para pedirme los datos «del libro del que sacaba los cursillos». La anécdota sólo me parece equiparable a cuando me preguntaron que «de dónde había sacado el CD-ROM con todas las partituras». Inauguro así una nueva categoría, llamada «el libro de los cursillos», en la que hablaré, a veces, de preparación de clases. Desde luego, de este curso próximo pienso dar información gráfica abundante. A lo mejor a alguien le divierte.

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Curso sobre Takemitsu en Valencia

Me confirman la celebración del curso sobre Takemitsu en Valencia los días 12 y 13 de febrero. El plazo de matrícula acaba el día 1 de febrero.
Desde hoy hasta que haya acabado de impartir el curso, el ritmo de publicación en esta web va a bajar mucho, y los artículos de contenido más denso, hacerse esporádicos o tener que esperar hasta que concluya.
Si tengo lectores valencianos, sería para mí un placer tomar una cerveza con ellos, aunque estaré limitado por los horarios del curso. Si alguien está interesado, que deje por aquí un comentario.

Un feliz cumpleaños para la música universal

El día 28 de este mes, Luis de Pablo cumplió 75 años. Por una variedad de razones no me ha sido posible escribir en esta bitácora hasta hoy, pero ello no quiere decir que no celebre su cumpleaños: por el contrario, le tengo por una de las mayores glorias de la música española de todos los tiempos.
Tengo además la suerte inmensa de haber hablado con él varias veces y haber estado en su casa. Puedo deciros que es la persona más sabia, amable y buena del mundo, que su conversación es cautivante y sus conocimientos, ilimitados.
¡El más feliz de los cumpleaños, maestro! Cuantos más cumplas, con esa música increíble que haces, más felices nos harás a los demás.
Nuestro contertulio Carlos, (por cierto, ¿dónde estás?), tiene una bonita anécdota con nuestro querido compositor, que, posteriormente, ha tenido sus consecuencias.

La belleza inmerecida

A una obra que escribí hace años, la llamé La belleza inmerecida.
Males inmerecidos, padecemos muchos. Frecuentemente, casi de continuo.
A través de la distancia de los años y los kilómetros, a veces se dan reencuentros. La metáfora habitual es barcos que se cruzan en la noche. Esta vez, somos barcos que se cruzan en el día. Nos vemos. Sabemos la postal bonita que podríamos significar. Las esperanzas de futuro son pocas. Pero el presente hay que aprovecharlo.
Estoy nervioso. Mucho. Reorganizo mi casa pensando en que ella esté a gusto. Cosas que siempre quise, las compro ahora para tener la casa que a ella le pudiera gustar.
Saldrá bien. Saldrá mal. Pero habrá instantes de belleza auténtica. Belleza no buscada. Belleza por la que uno no ha hecho nada por que ocurra.
Belleza inmerecida.
Para la que ha provocado el artículo, un gran beso y más. Sí, será difícil, y evanescente. Lo que pueda ser, hagamos que se dé.
Más diría. Sé que quieres que no te oculte, y que quieres que se sepa que me siento así, y más me has dicho de ti. También sé que quieres tu intimidad y que me has asegurado que poco futuro hay. Aprovechemos el presente, y esta pasión que hay, convirtámosla en una belleza que, o no merecemos ninguno de los dos, o merecemos todos los humanos.
No quiero ser lírico ni quieres que sea lírico. Dejémonos llevar por las bellezas mutuas que podamos conseguir.
Para M

Cuentas g-mail y enigma fácil

Vuelvo a disponer de cuatro cuentas de g-mail (direcciones de correo electrónico gratuitas de Google, con un giga de capacidad) para regalar. A los cuatro primeros que las pidan, suyas son.
No obstante, y para dar un poco de interés al asunto, daré prioridad a la primera petición que responda esta pregunta:

¿Cómo podemos sumar tres cifras iguales, que no sean tres veintes, y obtener el número sesenta?

Doy, digamos, una semana de plazo antes de distribuir cuentas. Si antes de eso me habéis dejado una pista de que sabéis la respuesta o me la mandáis por e-mail, tenéis ventaja.
Actualización del 25 de enero
Aparentemente, google me ha dado una invitación más que compartir. Teniendo en cuenta que sigue vigente, hasta el viernes, que tendrán prioridad los solucionadores del enigma, si nadie más lo consigue el orden es, AM, que ahora se llama Heinrich, Ludwig, Emey, y el Señor de la secta del compás. Confirmad si las queréis o no. O solucionad el problema, que no es complejo. 🙂

Carteles sorprendentes IV

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Quién no llora, no mama, dicen. Con todo, la impresión que me deja ver este cartel es mixta: no sé si confiar en que el autor sea un espíritu noble, que espera que le regalen un saxofón carísimo, y además de la marca que él quiere, por fe en la generosidad del espíritu humano, o si pensar en que es un tanto caradura.
No oculto que ante la primera posibilidad me ha dado pena enmascarar su número de teléfono.
Y qué decir de la tipografía, claro.
Añadiré que, personalmente, hubiese añadido un «por favor» y no me habría expresado en imperativo. Así me va.