Alumnos: guía de avistamiento 13— Seres míticos: el aula prometida

Alumnos: guía de avistamiento” pretende ser una serie de posts humorísticos acerca de algunos de los perfiles de alumnos más notables y característicos. No se inventa ningún dato ni tipo de alumno, ni hay intención alguna de ofensa. Procuraré ir alternando perfiles de alumnos “peligrosos” con el de alumnos maravillosos. Espero que os resulte divertido

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Dad al juglar que no esté práctico en su oficio,
espadas para lanzarlas y recogerlas otra vez,
monedas para rodarlas y reunirlas de nuevo,
hombres a quienes herir y curar enseguida,
serpientes a quienes encantar y engañar,
y quedará herido por su propio acero,
desobedecido por sus serpientes,
engañado por su torpeza,
burlado y despreciado por su propio pueblo.
No le ocurre así al juglar inteligente:
una pizca de polvo, una flor marchita,
una fruta caída o un báculo prestado
es todo lo que necesita para afianzar su poder
¡sujetando el hechizo o desatando la risa!
(Kim, Rudyard Kipling)
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Un trabajo científico de esta magnitud no puede sin culpa ignorar el entorno de los alumnos y profesores, mucho menos el entorno cultural. Es por ello que los mitos, las quimeras que alimentan y conforman las personalidades de nuestros objetos de estudio deben ser nombrados y analizados con rigor, para ilustración de curiosos y asombro del mundo académico.

 

De forma insistente se nos invita a actualizarnos. Cursos de Nuevas Tecnologías (los ordenadores personales aparecieron en 1965, hoy se tiene ordenador en casa como se tiene nevera), Técnicas de Información y Comunicación (TICs), cursos sobre pizarras digitales… Por otro lado, las necesidades específicas de la enseñanza de música hacen deseable que en el aula haya un piano, un equipo de música… Un aula, teóricamente suficiente dotada debería disponer de:

    • Pizarra con pentagramas (con las correspondientes tizas o rotuladores). Sería interesante que no sea la típica pizarra de plástico con las líneas dibujadas bajo un grueso plástico. A menudo se produce un efecto óptico que hace que el alumno sentado vea una nota diferente de la que escribe el profesor de pie. Ah, lo de que tenga pentagramas va en serio.
    • Alumnos.
    • Un profesor.
    • ¿Pizarra digital? Hombre, ya que nos ofrecéis cursos sobre ella…
    • Equipo de música (no hace falta que tenga para poner vinilos —que es lo que hay en la mayoría de los conservatorios—, por el contrario estaría bien que tuviera para MP3). Debe añadirse que un equipo de música sin bafles, o unos bafles sin equipo de música resultan totalmente inútiles. Tampoco es que fuera a sobrar una coleccioncilla de grabaciones, para no llevar las enormes mochilas cargadas de CDs que muchos usamos.
    • Un piano. Puestos a pedir, también un teclado con sonidos. Ah, los pianos nos gustan afinados. En serio.
    • Pupitres (sería bueno que algunos fueran para zurdos). Las sillas tipo Ikea no son demasiado interesantes. Y lo de poner pupitres de niños muy pequeños para que quepan más mesas en el aula sólo conduce a alumnos sentados incómodamente.
    • Mesa del profesor. Se entiende que con silla. (No preguntéis, he dicho que no preguntéis).
    • Al menos un ordenador, tablet o cacharro similar. Entiéndase que si es ordenador debe tener pantalla, teclado y ratón. Tampoco sobraría una impresora. Por otro lado el ordenador debería estar suficientemente actualizado como para poder poner CDs y DVDs, tener conexión USB… Comprendemos que el valor histórico de ciertos equipamientos debería servirnos de gran ejemplo, pero el caso es que son inutilizables.
    • Posibilidad de acceder a servicios de música en línea, tales como Spotify.
    • Un cañón (proyector de ordenador, no de los otros). Pero, atención, el cañón sin trasto al que conectarlo no sirve de nada. Y sí, tener el cañón SIN ordenador no es infrecuente.
    • ¿Impresora? Por favor…
    • Conexión a Internet, de buena calidad y sin cortapisas. Recientemente quise poner a los alumnos este extraordinario vídeo de la Ofrenda Musical y el cortafuegos del Centro lo rechazó, sólo puedo pensar que porque confundió la “STRIP” de “Moebius Strip” con el “Strip Tease”.

Debo decir que jamás he visto alguna que contenga todo esto (tampoco la mitad), por más que todo lo que nos indican que deberíamos hacer en clase requiere de estos medios. Asumo pues que el aula prometida es un mito moralizante, destinado a mejorar nuestro comportamiento, y procurar que seamos buenos en esta vida para gozar de recompensa en la siguiente.

Con los ojos del pensamiento fijos en ese paraíso prometido que sería el aula moderna, los más de los profesores utilizamos una vieja técnica: adaptarnos a lo que tenemos, no a lo que nos dicen que deberíamos adaptarnos. Y, naturalmente, llevar mucho material desde casa.

 

Alumnos: guía de avistamiento 12— Gollum

Alumnos: guía de avistamiento” pretende ser una serie de posts humorísticos acerca de algunos de los perfiles de alumnos más notables y característicos. No se inventa ningún dato ni tipo de alumno, ni hay intención alguna de ofensa. Procuraré ir alternando perfiles de alumnos “peligrosos” con el de alumnos maravillosos. Espero que os resulte divertido

Alumnos12

[pullquote align=»left|center|right» textalign=»left|center|right» width=»30%»]-Sméagol prometió -decía el primer pensamiento.
-Sí, sí, mi tesoro -fue la respuesta-, hemos prometido: para salvar nuestro
Tesoro, para no dejar que lo tenga Él… nunca. Pero está dejando de hacer ornamentación barroca, mi tesoro. ¿Por qué?, si, ¿por qué?, nos preguntamoss.[/pullquote]

Geografía: Pueden encontrarse en cualquier sitio. Es una condición que se da con facilidad tanto entre alumnos como en profesores.

Hábitos: Son personajes con una monomanía que no saben controlar. Puede ser una manía fija (por ejemplo, he tenido alumnos incapaces de hacer cualquier ejercicio que se les pida porque sólo quieren elaborar una y otra vez la misma obra, compuesta hace años) o variable (ahora sólo quiero tocar obras de Chopin, ahora me interesa la ornamentación barroca y se la aplico hasta a Debussy…).

Etología: Sólo son capaces de hablar y trabajar sobre el tema que les motiva. Hablar de Barroco y que te pregunten por las características de Wagner, dar un monográfico de Takemitsu y que aparezcan con una obra de Rachmaninov, o explicar la flauta y que te pregunten por qué los flautistas no tocan en su lugar la trompa, son sólo algunas de los ejemplos que he visto personalmente.

Guía de caza: Como profesores resultan tremendamente peligrosos, porque transmiten pasión ( siempre la mejor herramienta para motivar a los alumnos), pero van a dar una formación sesgada. Como alumnos resultan difícilisimos de capturar, y la única estrategia es la de buscar relaciones, por tangenciales que sean, entre lo que uno cree que deben aprender y aquello a lo que son receptivos.

Anécdotas: Podría no acabar nunca de contar anécdotas. Por ejemplo, la de aquel alumno que “tuvo un rapto de inspiración hace unos años”, compuso unas piececitas para piano, y cuando le pedía corales luteranos los hacía siempre sobre alguna de las voces de sus piezas (añadiendo el título: “Coral sobre la tercera voz de «Mi amigo Antonio»”). O aquel alumno que quería que las progresiones no fueran progresiones pero se siguieran llamando progresiones y dedicó todo un año a crear un ejemplo. O aquel profesor de flauta que, durante un año entero tuvo a todos sus alumnos de todos los niveles tocando “Density 21.5” de Varèse. Me guardo los casos que quizá sean clínicos.

Alumnos: guía de avistamiento 11— El alumno sapo

Alumnos: guía de avistamiento” pretende ser una serie de posts humorísticos acerca de algunos de los perfiles de alumnos más notables y característicos. No se inventa ningún dato ni tipo de alumno, ni hay intención alguna de ofensa. Procuraré ir alternando perfiles de alumnos “peligrosos” con el de alumnos maravillosos. Espero que os resulte divertido

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[pullquote align=»left|center|right» textalign=»left|center|right» width=»30%»]Al principio, con desgana en todo lo que intentan (el caso es que suelen hacer todos los trabajos). Cuando son tocados por la magia de la asignatura, cuando por primera vez disfrutan de lo que están haciendo y logran crear música, tardan en creerlo.[/pullquote]

Geografía: Al principio, últimas filas. Si se da el proceso adecuado, van avanzando hasta las primeras.

Hábitos: Son alumnos a los que, por una razón u otra, les han enseñado que no valen para nada, y que es imposible que lleguen a hacer algo que merezca la pena. Existen dos especies, los que han sido condicionados para ello sólo para la asignatura que uno imparte y los que han sido convencidos de su inutilidad universal.

Etología: Al principio, con desgana en todo lo que intentan (el caso es que suelen hacer todos los trabajos). Cuando son tocados por la magia de la asignatura, cuando por primera vez disfrutan de lo que están haciendo y logran crear música, tardan en creerlo (quizá pensando que más adelante les vendrá alguna tremenda desilusión). Al comprobar que realmente son muy válidos, tiende a cambiarles la personalidad, y llegan a ser tremendamente expansivos.

Guía de caza: Lo más difícil con estos alumnos es identificarlos. Al principio resulta casi imposible diferenciarlos de las diversas especies de malos alumnos. La pista inequívoca son pequeños girones de brillantez que aparecen en los ejercicios. Al notarlos, unos debe insistir en ellos, dar más ideas al respecto, y, si lo permite la marcha del curso, reenfocar las explicaciones para insistir en aquello en que han destacado. SI se consigue la transformación a príncipe/princesa, uno ha ganado un amigo para toda la vida, y la materia impartida también. Hay que propcurar, por su bien, que no asuman como un fetiche, como lo único en que les gusta trabajar, aquello que les saco de su condición batracia..

Anécdotas: Muchas tendría, pero quizá la que más conmovedora me resulta sea la de un alumno, perteneciente a una banda, al que le dijeron que jamás aprobaría armonía, y menos conmigo, que se dedicara a su trombón. Al proponer escribir una sonata en clase, fue de los que asegurarón que él JAMÁS sería capaz. Cuando la escribió, ya no pudo parar, y pasó algunos años escribiendo una sonata por semana, que solía mandarme por correo electrónico.