Caducidad y buen trato

Los que me sigan, de sobra saben la larga época en que he sido el hombre-cursillo. Rato sí, rato también, me tocó explicar lo poco que sabía o intuía sobre músicas de las que entonces no había información ni fácil ni accesible. Vino la larga noche (años) en la que nadie se interesaba (es patente en qué se ofrece en los cursos de verano) por nada que no fuera el sota-caballo-rey. Este año me han vuelto a poner en activo. No por mi, ni porque yo interese, sino porque me parece que vuelve, lentamente, a darse un gusto por salirse de lo manido. Otra cosa es que yo me sienta como alguien que, en su momento, fue heraldo de lo nuevo y ahora testigo de lo ya antiguo. Pero es que lo ya antiguo de lo que me ocupaba merecía y merece la pena. Y trato de actualizarme.

En fin: este escrito es para agradecer a todos los que me han llamado este curso, se han interesado por lo que digo, y me hacen pensar que la llama sigue viva. Y para agradecer el trato excepcionalmente amable y cálido que he tenido en todas partes. He estado verdaderamente a gusto en Badajoz, en Palencia, en el conservatorio superior de Salamanca, en el mío cuando he estado ayudando, y en el resto de sitios en que se me ha llamado. Gracias por vuestra cortesía y gentileza.

 

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