Febrero

Esta ha sido una semana singularmente cansada, como lo fueron las dos últimas y como, con toda probabilidad, lo han de ser las dos o tres que siguen. Ya lo habréis notado en que no he podido seguir, por el momento, la serie sobre el coral en Bach.

El motivo principal de este cansancio es lo enormemente agotados que están los alumnos en esta época del año. Se les juntan, a los pobres, exámenes del instituto, universidad, conservatorio… Es comprensible. Estamos, a grandes rasgos, en la mitad del curso. Tiempo de no flaquear, de no dormirse, de interiorizar conocimientos, de forma que lo memorizado se convierta en una habilidad y una sabiduría más allá de la mera erudición y aprendizaje mecánico. Pero el caso es que estamos tirando de ellos todos sus profesores a la vez. Y, en consecuencia, tenemos que tirar mucho. En ninguna época del año como en febrero están menos receptivos. En ninguna otra época hay que explicar tan repetidamente los conceptos más elementales. Antes, existía la llamada «semana blanca», una fiesta que les daba a los alumnos y nos daba a los profesores oportunidad de tomar fuerzas en este mes. Ha desaparecido. Yo abogo por su vuelta. Y si es por las largas vacaciones de profesores y alumnos, que nos quiten esos días del descanso veraniego. Todos lo agradeceremos.

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