Crónicas zamoranas 4

Viaje nuevo, crónica zamorana nueva. Como, según Cuñi, que ha solicitado en forma específica ser nombrada, parece que he estado en los últimos artículos algo severo, veamos si adulciguo un poco el tono.

Cuando vivía en Madrid, disponía, como es de suponer, de mi biblioteca, con sus libros y partituras, mi equipo de música y de algunas comodidades más. Ahora, acrecentadas en lo físico y, sobre todo, en lo personal, se hallan en Zamora, y en la capital dispongo de bastante menos entretenimiento. Todo lo cual resulta una forma excesivamente larga de decir que mis estadías madrileñas me resultan ahora aburridas, y que he acabado por aficionarme a leer varios de los periódicos gratuitos que allí se distribuyen.

A la prensa regional zamorana (La Opinión de Zamora, pues otros diarios abarcan toda la comunidad autónoma), me aficioné hace ya tiempo. Cosa de saber dónde me metía. Y el gusto por los diarios de gran tirada lo perdí hace años.

Acabo de terminar de leer el diario zamorano y observo una analogía con los gratuitos de Madrid. En primer lugar una escritura más rica y variada, causada acaso por la posible ausencia de un libro de estilo -buen momento, por cierto, para decir que la redacción zamorana es muy superior a la que encuentra en prensa general, y, desde luego a la de los mentados diarios gratuitos, que afean a veces su riqueza con torpeza de expresión-.

Pero sobre todo debo decir que la temática deestos diarios me interesa más. Allá donde un periódico de altos vuelos solo trataría un tema local en páginas interiores, y con poco espacio, un diario pequeño lo puede poner como tema de portada. Tomemos como ejemplo los recientes inmensos problemas del metro de Madrid. Pocos no madrileños se habrán enterado de ellos, y son, sin embargo problemas que afectan varias veces al día a millones de usuarios. Quedan sin embargo enmascarados por temas de un presunto interés general que a veces poco pueden interesar a nadie.

Y poco frecuente parece también que la prensa se implique en temas de gran importancia, tales como los recientes conflictos en Alcorcón. ¡Cómo me hubiera gustado ver un llamamiento a la calma, la solidaridad y en contra de la xenofobia, en las portadas de los periódicos! Y no creo que eso perjudicara la imparcialidad y rigor periodísticos, pues, además de que cada diario tiene su línea definida, existen las columnas de opinión y los editoriales, que podrán, supongo, ser maquetados en portada en ocasiones especiales. Ojalá no nos toque ver en su lugar estos disturbios reproducidos en toda España como noticia de interés general.

Servir a todos es, a veces, no servir a nadie. Intentarlo en demasía conduce a hablar sobre todo de sucesos acontecidos hace años, y que por tanto a pocos pesan, o de temas intrascendentes, a los que un barniz de discusión de verdulería traviste en polémicos -sí, hablo de la televisión reciente-.

En cambio, el centrarse sobre temas locales parece síntoma de provincianismo y paletismo. Bien puede verse que, lejos de ello, hasta la capital va necesitando de acercarse a ellos. Y, pienso yo, que con razón. Aunque siempre es deseable que los árboles no impidan ver el bosque, no es menos cierto que alguna atención al árbol individual es lo único que nos evitará un tropezón con él.

Cambiando de tema, el periódico local se felicita de un fracaso escolar del 15%, muy inferior, al parecer, a la media nacional. O sea, que de cada veinte alumnos, tres no terminan. Que, de una clase como aquellas en que me eduqué, siete compañeros quedarían fuera. Me parece atroz hasta que leo la estadística nacional, mucho peor. No es ni con mucho la primera vez que constato que se educa mejor en provincias, pero ese puede ser tema de otra crónica.

Nota al margen, pero importante: la aparente relación entre el título de esta serie y Crónicas marcianas es estrictamente casual. Y, en todo caso, antes homenajearía al hermoso libro de Ray Bradbury que al programa televisivo.

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